17 de febrero de 2013

DÉCIMA OCTAVA ESCENA

(Name) se metió entre las imágenes traslúcidas que aparecieron frente a mi espejo, y mi necia terquedad de haberme querido esconder en el limbo de mi sueño, el culpable de mis problemas con ella y de haberla perdido en mi último intento, y lo peor de todo... Para siempre. Que tristeza sentí al ver mi cuerpo rechazado, teniendo mis hormonas masculinas sedientas por disfrutar del espectacular cuerpo de Anne y su inolvidable aroma, el mismo que desde siempre se había quedado incrustado en mi cerebro, y al volverla a sentir tan cerca aquel día, despertó mis deseos. Me excité al ver el reflejo de mi figura en el espejo largo que tenía colgado detrás de la puerta de m clóset. Observé con detalle el increíble color de mi piel, mis músculos pronunciados, mis labios un poco gruesos, mis ojos con una mirada fija que todo el tiempo invitaban al amor, mis brazos fuertes, mis manos grandes, mi cara. Aquel hombre que me mostraba el cristal perfecto para cualquier mujer que estuviese interesada en un instante de placer. Observé a mi amigo Sheldon; era deslumbrante, inmenso, siempre obedecía mis órdenes a la hora de cumplir el acto del amor, siempre firme, siempre demostrando su vitalidad, su fortaleza única y placentera cuando yo requería saborear mis sentidos. Sheldon, mi mejor amigo, cómplice de mi éxtasis, siempre dispuesto a complacerme y regalarme una vida de deleite carnal. Empecé a tocarme. Fue algo diferente y emocionante, no pude parar; empecé a observar cada uno de mis cambios, el progreso de mi excitación a medida que pasaban los segundos, mi cuerpo sudando, mi corazón agitado, el color de mi piel cambiando, mis pupilas dilatándose; pensé en Hanna, me detuve, reflexioné, no era ella la mujer que debería aparecer en mi mente en un momento como éste; me sacudí, continué, apareció Marie, volví a sacudirme, no era ella la mujer que me excitaba, pues sólo era una niña virgen e ingenua que pretendía convertirse en adulta por estar conmigo y de esa manera tampoco me inspiraba; empecé a buscar a Cristina dentro de mi recuerdo. La encontré y me gustó pero mi temperatura subió cuando alcancé a divisar, en el fondo del reflejo de mi espejo, a Rachel; bailando conmigo la misma pieza del último sueño que tuve con ella, se veía esbelta y atrayente para mis sentidos, luego me encontré viviendo el mismo momento inconcluso de mi sueño, ella levantándose de nuevo la falda corta, luego de nuestra danza, encerrados en su camerino, sudando agitados, gritando y escuchado felices a los testigos de nuestro pasión, y por fin me encontré conmigo mismo, exploté y finalmente logré tener mis propias entrañas en mis manos, toda mi humildad, lo que sobraba de mi cuerpo, mi propio néctar, con el que podría fecundar a cualquier mujer para convertirla en madre de alguno de mis hijos que en ese momento estaban entre mis dedos. Me pareció sensacional la idea y al mismo tiempo escalofriante y pavorosa. No solía ser tan egoísta ala hora de compartir mi sexo. Pensé que indudablemente era mejor si le permitía a una mujer disfrutarse a sí misma mientras gozaba con mi cuerpo, y de paso alimentar nuestro yo, mi propio ego. Me sentí en desventaja, ridiculizándome a mí mismo en el espejo hasta que descubrí la tranquilidad de encontarme solo en mi habitación, estaba vez si podría entrar a mi cuarto oscuro sin el temor de caer en brazos de un testigo que pudiera descubrirme delatando mis pecados, mis debilidades de ser un hombre enamorado de los encantos femeninos y la poca fuerza que realmente tenía, aquella que no se podría ver nunca ni en mi cuerpo, ni en mis manos, la impotencia de no poder dominarme a mí mismo y convencerme de que algún día podría llegar solo, sin una sola mujer para disfrutar de mi vida, todo lo contrario, el número de mujeres que había compartido cada vez se incrementaba en mi lista y no sabía cómo controlarme. Estaba volviéndome loco por culpa de ellas.
   Esta vez me sentí dueño de mi vida, pude descansar y recuperar la energía sin escuchar una sola palabra, ni alguna queja o reclamo, pude disfrutar de mi propia soledad, volví a observarme el rostro en el espejo, sentía la felicidad adueñarse de mí, le agradecí a Dios por haberme hecho tan perfecto, tan hombre, tan débil y a la vez humano, agradeciéndome a mí mismo por darme la oportunidad de sentir y de vivir la vida sin una sola duda de arrepentimiento, de antipatía o desilusión. Anne y cualquier otra mujer que no quisiera estar conmigo se lo perdía, perdía un de las mujeres oportunidades de sentir placer y de sentir el amor de un hombre como yo, un hombre que constantemente se encontraba en entrenamiento para amar mejor, para hacer sentir, para dar placer y al mismo tiempo gozar y hacer gozar sin límites, sin exigencias, simplemente aprovechando el beneficio de haber tomando la decisión.



Órales! xd Tom de cochinote! :OO
Adiós ;-).

3 comentarios:

  1. Me encantoo el capituloo.. Yo me lo image hahahaha :$
    siguelaa prontoo..

    Bye cuidate :D

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  2. ajjajaj tienes razón Tom es un cochino xD
    oye este cap no sería la décima septima escena? porque no la ví
    y gracias por recomendarme, gracias enserio
    espero el prox
    bye cte:)

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  3. woooow!!! de verdad con ese Tom asdkhfskhdgf!
    me encanta lo que escribes es tan genial
    sube pronto
    cuidate :)

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3