29 de diciembre de 2012

TERCERA ESCENA

Mi madre me hablaba acerca de la importancia de asistir a misa los domingos, me dio una larga cátedra: ella siempre fue una mujer muy sabta, del estilo de mujeres que siempre sacrifican su propia felicidad para entregarla en manos de su esposo y de sus hijos, que de los únicos dos que tuvo, yo era su favorito, además el más apuesto; bueno, eso siempre me lo dijeron mis tíos y yo siempre creí en lo que decía la gente adulta, sobre todo tratándose de comentarios de personas tan importantes como los miembros de la familia. Este día fue vital para mí, puesto que mi madre me hizo descubrir que su historia de amor con mi padre había empezado una hermosa tarde de abril, cuando se abría paso la ceremonia católica más importante del año, la Semana Santa, una época que para ella siempre fue valiosa, no sólo por su fe indestructible, sino también porque fue precisamente en aquélla época cuando conoció a mi hoy ausente padre.
   -¡Qué época! -me decía con ojos sonrientes y coquetos dirigiendo su mirada al infinito tratando de agradecerle a San Pedro su complicidad en aquellas deliciosas noches de placer que había vivido al lado de aquel hombre maravilloso que le había mandado por esposo. creo que nunca debí haber pensado de esa manera de mi madre, la única mujer importante en mi vida. Yo me encontrabba muy atento a sus comentarios, nunca pensé que podría ser tan interesante para mí escuchar una historia tierna y romántica como ésa, siempre había sido un hombre muy práctico, pensaba que la valía la oena según la simplicidad con que tratáramos de vivirla y creo que en este mundo yo era una de las personas más pragmáticas, una palabra bastante apropiada para mi propio ego masculino.
   -Yo me encontraba vestida con un traje azul clarito como el color del cielo -me dijo como tratando de hacerme entender que mi padre para ella había sido un regalo de Dios, o creo que de esa manera lo entendí.
   -Él estaba sentando en la banca de enfrente mío en la iglesia y de repente empecé a sentir una energía extraña que me miraba -sonrió.
   Observando a mi madre ese día, me pareció increíble que pudiera existir un ser más puro en la tierra, nunca antes había pensado en que ninguna mujer pudiera ser aspi, aunque todas me hacían sentir el paraíso cada vez que me acompañaban en mis orgasmos; pues en mi vida, no había tenido la espantosa necesidad de masturbarme; o por lo menos, con la frecuencia con la que mis amigos les tocaba desaprovechar el tiempo teniendo un orgasmo a solas, me parecía patético. Al relfexionar, creo que ese pequeño instante de pensamientos vulgares que tuve enfrente de mi respetable madre era totalmente absurdo, ¿cómo era posible que mi mente se transportara de esa forma encontrándome enfrente del ser más puro del planeta? Sacudí la cabeza y continué escuchándola a ella.
   -Recuerdo que él se encontrabba estrenando un traje negro, una cortaba dorada, una cmaisa blanc y entre sus manos sostenía un sombrero -la cara se le iluminó.
   -En aquélla época, un sombrero era sinónimo de distinción -mi madre volvió a reír.
   -Me miró con su hermosa sonrisa coqueta y levantó su sombrero para saludarme; y del susto que sentí en ese momento, mi rostro se puso colorado -se volvió a sonrojar al recordar su instante de flirteo con mi padre.
   La parteque más me interesó de su historia fue cuando me dijo que en aquellas iglesias se encontraban mujeres buenas y que en su época de juventud, religiosamente los jóvenes asistían a misa los domingos, porque allí Dios se encargaba de presentarles a sus futuras esposas, las madres de sus hijos.
Ella me confirmó que su matrimonio había sido un regalo de Dios. Por supuesto le creí. Sus palabras me conmovieron tanto que no dudé un segundo en abrazarla fuertemente en el preciso instante en que disparó al aire un suspiro, que estoy seguro, iba por mi padre. Pero creo que el mesnaje más importante, llegó en esas últimas palabras; de inmediato sentí una invitación a convertirme en un "católico rpacticante", ¿cómo no iba a serlo si a mi padre le había dado tan buen resultado? Encontrar una mujer buena y además bella... Entonces, pensé que tal vez en aquel lugar sagrado podría yo acertar algún día con un buen ejemplar femenino que me lograra convertir en "santo", como el gran reto de mi vida. Era lo único que me faltaba pars ser perfecto.
   Así que decidi empezar a realizar mi experimento. Al siguiente domingo me vestí con un traje similar al que mi padre pudo utilizar en aquel día de suerte o de su santo, llevaba mis zapatos lustrados, utilicé mi mejor perfume, llevé el pelo cortado y me dirigí a la iglesia más importante de la ciudad con la certeza de que alló encontraría a la mujer perfecta. No lo pue creer, la iglesia se encontraba repleta, no cabía un alma más, así que no tuve la fortuna de mi padre de poder snetarme en alguno de los bancos de primera clase.
Me pareció aburrida y larga historia que contaba el predicador acerca de Jesuscritos y sus hazañas. De repente, en el otro extremo del recinto, logré divisar a Anne, empecé a sentir un terror que me impidió continuar en la misa hasta el final.
Era increíble que Anne fuese una de esas mujeres impecables y valiosas de las que me hablaba mi madre, aunque si bien recuerdo sus palabras, quizáss ella ya me lo había advertido.
Increíblemente había pasado ya un mes de nuestra última escena y ni por casualidad me había saltado por la mente el volver a buscarla. Me observó de lejos y sentí que me acusaba con la mirada. Yo nunca más había vuelto a responderle sus insistentes llamadas. No aguanté por mucho tiempo y salí corriendo del lugar que, según mi madre, estaba lleno de santos. No creí esas papabras en ese momento, pues para mí, Anne o era ninguna Santa; yo había tenido el placer de disfrutar su cuerpo, su sudor gota a gota, y ya había violado su vientre cuando logré fecundarla y ella perversamente había accedido a mi decisión de no tener a mi hijo. Estava convenciudo de que Anne no era un mujer buena. Regresé.
   Aquella semana pasó muy lentamente, Anne me volvió a llamar y yo a esconderme otra vez de ella. Tuve tantos problemas con mi santa madre que preferí hacerme el que no sabía nada y decidí desinhibirme y salir a encontrarme con mi grupo de amigos. Ellos siempre fueron mi escape. No se me olvida la carcajada de Gerard cuando me vio la cara de austado que traía, pero nunca quise contarle aquel delicado suceso con Anne, pues ya él me había hecho una advertencia; que era mejor no arriesgar mi honorabilidad de hombre responsable, aunque siempre estuve seguro de que mi decisión de deshacerme de ella era el acto más responsable que había tenido en toda mi vida.
   De nuevo es domingo, esta vez salí temprano de mi casa en las mismas condiciones que en mi primera visita y fue tanta mi exageración, que llegué de primero, la iglesia se encontraba abierta y para mi sorpresa esta vez no había una sola alma, cosa que me pareció algo extraño. De repente, en el extremo izquierdo del altar, alcancé a ver un mucho que se encontrabba limpiando el santo de yeso que colgabba desangrándose. Arriba de su cruz decía INRI, ese el Cristo de mi madre, el que regaló mi padre, pues eso fue lo que me dijo aquel día de "divina isnpiración". Me acerqué para preguntarle al chica qué ocurría, por qué no había llegado la gente y me dijo que en la misa de la mañana el sacerdote se había sentido mal del pecho, que habían cancelado la ceremonia de la tarde; no me gustó cuando me habló con sarcasmo, y sobre todo que me viera con cara de pendejo, porque me preguntó que si no había leído el aviso que se encontraba en la puerta de salida. Me sentí regañado y le respondí -no señor -pero la palabra que debí haber usado era "no señorito" -creo que era el nombre que se debía emplear para digirse a un virgencito como él, aunque se me había olvidado preguntarle a mi madre ese pequeño detalle, pero en ese momento me dije a mi mismo -creo que para ella esa pregunta debe ser algo impertinente- por lo tanto, olvidé el regaño y salí de la iglesia un poco decepcionado, fastidiado por mi mala suerte. No sé si lo que me ocurrió ese día fue por mi escasa creencia en el Divino Baby o simplemente que el destino me estaba jugando una mala pasada.
Salí caminando cabizbajo y harto, me tropecé con una banca de atrás y cuando levanté la cara para mirar por donde caminar, alcancé a ver una mujer hermosa que se encontraba a la entrada. Ella me miraba sonriente. Me pareció que venía a la iglesia con mi mismo propósito mío, o eso fue lo que en ese instante percibí. su nombre era Marie. Por fortuna había llegado a la iglesia sin saber lo que le había ocurrido al padre.
Agradecí a Dios porque no tuve que escuchar completito el sermón del cura, como en mi pasado domingo, y, contrariamente a lo que había pensando unos minutos antes de que mi encuentro con aquella preciosa mujer, ese domingo, como lo pude experimentar luego, fue uno de mis días de suerte.



¿Todo va bien? Espero y les esté gustando esto.
Adiós :-). 

6 comentarios:

  1. Hallo perdon la demora,pero bueno no he tenido tiempo,ya leí los anteriores
    me encanta lo que escribes
    espero subas pronto
    bye cuidate

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    1. Descuida, Fanny.
      Gracias por comentar ;-).

      Tú también cuídate.

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  2. Que lindo Tom fue a buscar a su chica ideal.. Me encantaa ahora q pasara con Marie?? Otra conquistaa..
    Lise no he leido nada igual ni parecido solo fue curiosidad :P esta hermosaa ya quiero q pase algo con (tn) .. Siguela prontoo
    bye cuidate :D

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    1. Jejeje exacto! Otra conquista más: ese Tom no entiende -.-'.
      Gracias por comentar! ;D

      Tú también cuídate.

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  3. ese Tom xD nunca cambiará
    ajjaja me dio un poco de gracia este y el anterior cap
    perdon por no comentar antes es que mi netbook se quedó sin batería y el cargador no anda T_T así que tengo que usar la computadora de mis padres y no siempre puedo tener acceso a internet :(
    ok espero poder comentar en el prox
    bye cte:)
    ah y ¡Feliz año nuevo!

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    1. Descuida, Flor :-). Gracias por comentar.
      Igualmente, feliz año nuevo *-*.

      Tú también cuídate.

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3